En esta sección hemos convidado a Laura Coll a anotar algunos recuerdos de su vida con Guillermo (Willi) Deisler.
Primeros recuerdos – 1959-1960
Conocí a Willi en la Escuela Nocturna de Teatro de la Universidad de Chile, que funcionaba en esos años en la calle Huérfanos esquina Bandera. Mi hermana Cecilia me pidió que le fuera a dejar un texto al Willi Deisler. Era alto, muy delgado, de pelo largo, me pareció muy pesado ya que apenas me tomó en cuenta. Recibió lo que le llevaba y se despidió. Después nos encontramos en diferentes actividades de la las Juventudes Comunistas. Él pololeaba con una compañera de la Jota, terminó con ella y un día me invitó al Teatro Antonio Varas, no recuerdo a qué obra. Quedamos de encontrarnos en la Calle Morandé frente al Teatro y yo llegue atrasada. Estaba muy serio, tomó las entradas y las rompió. Me dijo que por respeto a los actores y al público a una función de teatro no se podía llegar tarde. Eso me sirvió de lección para toda mi vida y no volví a llegar tarde a ninguna parte. Siempre llego 15 minutos antes de la hora de cualquier cita.
En la primavera de 1959 fui a un paseo al Campamento «Michay», que estaba en un bosque de eucaliptos muy cerca de la playa El Tabo. Para mi sorpresa entre el grupo de jóvenes estaba Willi Deisler con su polola. Tuvimos ocasión de compartir ese fin de semana y me impresionó el timbre de su voz y la belleza de sus manos.
En la Fiesta de Año Nuevo de la Jota nos encontramos nuevamente y me saco a bailar. Yo lo invité para mi cumpleaños a mediados del mes de Enero. Llegó a mi fiesta con una cajita de mica que en su interior tenía una camelia roja de verdad. No tengo palabras para describir la felicidad de ese momento.
Casamiento y maternidad – 1961-1962
Nos casamos con Guillermo (Willi) el 17 de Junio de 1961. Él había cumplido dos días antes 21 años, yo tenía 18 y esperaba a nuestra primera hija Mariana. Fui la primera en casarme de mis cinco hermanos, así es que fue una fiesta muy grande y muy bella en la que estuvieron mis abuelos por parte de padre, mi abuelo materno, tíos y primos. Al ver hoy las fotografías de nuestro matrimonio veo que éramos dos niños jugando a ser adultos. En un momento de la fiesta decidimos irnos. Habíamos arrendado un departamentito en casa de los padres de amigos de nuestra infancia, la familia Corvalán Rojas, en la calle Andes, a pocas cuadras de la casa de mis padres. Al llegar allá no pudimos entrar ya que un inmenso perro policial cuidaba la casa. Nos devolvimos a la celebración y no recuerdo si fue Carlos o Eduardo Corvalán que nos acompañó y así pudimos entrar al que iba a ser nuestro primer hogar juntos.
Antes de nacer nuestra hija Mariana, Willi trabajaba en la escenografía de la obra de F. García Lorca «Mariana Pineda» que montó el Teatro del Pueblo. Actuaban en los roles principales María Maluenda y Roberto Parada. Aun no decidíamos qué nombre le pondríamos a nuestro hijo, ya que entonces no se sabia el sexo antes de nacer. Pensamos que si fuera hombrecito, llevaría el nombre de sus abuelos Guillermo y José, y si era niña le pondríamos Odesa (por la película «El acorazado Potemkin de Eisenstein, que nos había causado una tremenda impresión). Pero al nacer la niña el día del estreno de la obra de teatro, Willi me dijo que quería ponerle Mariana. Y así le pusimos.
Hace unos años nuestra hija Mariana se encontró en una actividad cultural con María Maluenda, y sabiendo la cercanía que tuvo su padre con ella se presentó. Esta gran actriz le dijo: «sabes, te llamas Mariana gracias a mi. Tu padre quería ponerte Odesa y yo le dije no hagas tal, ya que le llamaran la pobre niña obesa».
Guillermo nunca me contó el porqué del cambio de nombre…
Un día después de la Navidad de 1962, nos llegó de regalo nuestra segunda hija, Claudia Ester. Su nombre fue sugerido por la tía preferida, Polín (Florinda), prima de mi suegra. Ella regaloneó y malcrió a Guillermo cuando pequeño. Polín propuso Claudia por ser un bello nombre y Ester por la abuela materna de mi marido. Esta hija fue desde pequeña muy curiosa e inquieta. Se subía a todos los lugares más altos que se puede pensar, árboles, murallas, muebles, etc. Sus zapatos duraban una semana, lo mismo su ropas. Fue una alegría para nosotros esta niña por su viveza y candor. Las personas nos paraban en la calle ya que parecía una gringuita.
Cómo conocí a Allende
En el año 1962 Guillermo trabajaba como secretario en las Empresas Cubanas de Comercio Exterior, teniendo por jefes al Encargado de Comercio Exterior de Cuba a don Gastón Pascal (esposo de Laura Allende) y a don Víctor Jaque. El futuro Presidente Salvador Allende venía con frecuencia a la oficina. En una ocasión en que mi marido se fracturó un tobillo y estuvo enyesado, tuve que reemplazarlo en su trabajo. Así tuve el honor de conocer a don Salvador Allende.
Ediciones Mimbre 1
A mediados del año 2016 visite a Luis Rivano en su Librería de la calle San Diego, esto fue como dos meses antes de su muerte. Entonces él me contó detalles de cómo partieron las Ediciones Mimbre.
En 1962 el poeta Rolando Cárdenas le presentó a Deisler al Paco Rivano. Lo llamaban así por pertenecer a Carabineros de Chile. Paralelo a sus funciones de carabinero era escritor y editor y tenía un Taller Literario en la calle San Francisco; editaba “Hoja de Poesía” y también la Colección Androvar, que tenía como colofón una vitrolita.
En 1963 Guillermo, inspirado por Rivano, comenzó sus Ediciones Mimbre en las que durante 10 años publicó y editó a poetas y escritores jóvenes. Los libros se imprimían en una prensa tarjetera, componiendo él mismo la tipografía y haciendo las ilustraciones con pequeños grabados en madera cuyos tacos aún se conservan en su Archivo.